"Sara Montiel era una pasión, una fogosidad convertida en escena. Para
quienes amamos la edad dorada, Sara Montiel ha sido el cine, esa
capacidad para abstraernos de nuestra realidad y así sentir el halo de
un paisaje que podemos recorrer y habitar. Las estrellas conviven con
nosotros desde su espacio líquido, en la porosidad relativa y probable
de todo cuanto amamos sin poderlo tocar. Sin embargo, Sara era corpórea,
bonancible, porque entraba al trapo de cualquier conversación sin
desprenderse de su halo magmático y sonoro, radical y despierto, con una
inteligencia natural que se fue perfilando sabiamente en la revelación
de una expresión que estaba más allá de la pura belleza y que la
convirtió en un mito (...)". Para seguir leyendo, pulsa aquí.
(Publicado en El País)
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