"Hace veinte años, vivías atrapado en el gris, otro
tiempo otro color”, cantaba Ismael Serrano quizá no hace veinte años, pero
casi. Se refería, en esa canción tan legendaria escrita a cuatro manos con su
hermano Daniel, a la generación de sus padres –o sea: a la gente que era joven,
más o menos, hace ahora mismo cuarenta años- a cómo se habían ido acostumbrando
a sobrevivir a la realidad con el recuerdo de lo que sucedió, todos los ideales
que pudieron poner el mundo en espiral hacia su mejor vértigo naciente, y se
quedó en la tierra de nadie del relato inconcluso. Alguna vez he escuchado al
propio Ismael, o se lo he leído en alguna parte, que esa generación, al menos,
ha tenido una historia que contar. Quizá la nuestra, de los que ahora mismo
andamos entre los treinta y tantos y los cuarenta y pocos, nos hemos mirado
demasiado en los días pasados, en la añoranza del sueño que vivimos en algunas
canciones, en los libros, en esa sensación que había en los setenta, cuando
parecía que se podían cambiar las cosas antes de que llegaran los ochenta, con
su fiesta continua, con su enajenación. (...)". Para seguir leyendo, pulsa aquí.
(Publicado en Diario Abierto)
Suena triste, pero cada generación tiene su sino, y el de esta mujer es vivir en una sociedad desapasionada a base de descréditos, defraudaciones y muchísimo sinsentido político, social y económico. Pero lo que no puede hacer es huir al pasado, donde las ideas eran más frescas. Tiene que ser valiente y afrontar la actualidad tal cual es: aburrida, densa, gris, inútil y absurda. Si empieza por ella misma a imprimirle color, acabará contagiando a los que tiene a su alrededor. Pero tal y como están las cosas, lograr impregnar a toda una sociedad con el don de la novedad se me antoja hartito difícil.
ResponderEliminarPero que no pierda nunca la esperanza en sí misma...