"Tendemos a juzgar al escritor por la obra. Estrictamente, la literatura
se trata de eso: nuestra relación con el texto, con la cadencia o pulso
de un estilo y su incidencia o su perduración como latido íntimo del
mundo. Sin embargo, la obra es una cosa, y la literatura –o sea: sus
protagonistas-, estando muy cercana, puede también ser algo diferente.
Pienso ahora mismo, por poner un ejemplo, en Raymond Chandler: a mí me
puede gustar mucho leer El sueño eterno, imaginando además a
Humphrey Bogart y a una Lauren Bacall más felina que nunca en blanco y
negro, pero también me apasiona saber si Raymond Chandler prefería el
gin-tonic al gin-fizz o si tomaba, como Hammett o Fitzgerald en los años
felices, los previos al derrumbe, varios dry martinis cada noche (...)". Para seguir leyendo, pulsa aquí.
(Publicado en Diario Abierto)
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