miércoles, 25 de abril de 2012
Un martini en NY
lunes, 23 de abril de 2012
Día del Libro: Cervantes y la modernidad

En esta vida, cualquiera se define en los homenajes que hace. Uno, cuando escoge hacer un homenaje, se está nombrando a sí mismo en el valor, y también en la falta de valor, de la figura homenajeada, de aquél a quien le presta, y le organiza, el aplauso de otros. Cuando Miguel de Cervantes comenzó a pergeñar el Quijote no estaba ya para muchos homenajes: la vida no le había dado demasiadas ocasiones como para sentirse agradecido, a pesar del aplomo valeroso con que don Juan de Austria había valorado su participación heroica en la batalla de Lepanto.
Corrupciones de entonces, no muy diferentes a las nuestras de ahora, con la compra de honores incluidos, fanfarrias al abrigo de figuras de honradez dudosa y justos que purgaban, en la cárcel, por las culpas de otros. Sin embargo, Cervantes deja a un lado el teatro y también la poesía, en parte porque no puede, ni con Lope en los escenarios, ni con Quevedo y Góngora en las rimas, y es entonces cuando decide, en el colmo de toda frustración, reinventarse a sí mismo, y probar a inventar su propio género, que nombre y pueda contener su vida.
Así nace el Quijote, con sus consabidos homenajes poéticos: así, parodiando a la novela de caballerías acaba sublimando su linaje –no sólo el de Amadís, o el de Tirant, sino también el propio, esa misma conciencia de hijosdalgo que tanto preocupara a su limpieza de sangre-, acaba prestigiando sus valores, esa tierna equidad que era una indignación del XVII.
El Quijote, con toda esa literatura dentro de la literatura, con toda esa raigambre de homenajes dentro del homenaje que es el libro con placer de contar, es la modernidad: no sólo Galdós, en pleno costumbrismo; el Roberto Bolaño de Los detectives salvajes. Una gran road-movie.
domingo, 22 de abril de 2012
Poema del domingo
LOS VIOLINES HAMBRIENTOS
Los violines hambrientos. Tocaremos la aurora con su pan de equipaje, su maleza de cuarzo. Heredarás mi caja de herramientas, los dibujos parlantes al abrir la camisa. En la palma el dolor laminando el silencio. Perderás como ayer, pero no es importante: mantén la gracia, el don gratinado del cielo, su rabia pulmonar. No permitas que nadie condicione tu gesto. No hay caudal sin mutismo. Al final de la barra los mineros comercian con su propia fortuna. El palacio de cobre con su foso de humo, almadén sin escoltas oficiales de cal, el oficio privado de la perduración: descansaré a la sombra, y limpiaré tu voz de su propio equilibrio.
Perteneciente a Las Ollerías (Visor, 2011)
viernes, 20 de abril de 2012
Las mil vidas de Alberto Ballesteros

Mañana sábado, a las 22:00, toca en el Libertad 8. Le acompañarán Ángel Pastor y también Héctor Tuya, su productor musical en ese disco sobrio, auténtico, que no se parece a nada o no trata de hacerlo, que ha sido Teatro Chino. Alberto Ballesteros es de lo más honrado y digno que uno puede encontrarse cualquier noche de Madrid en una sala. Lleva, como todos, varias existencias en los hombros, la vida vespertina, también la taciturna, la escritura y la vida, el trabajo o la vida, pero tiene la inteligencia de no alardear de su alter ego, de guardarlo en su voz, cubrir su piel biográfica, de convertirla en verso, reverso de una piel que es la escritura lúcida del día.
No se lo pierdan.
jueves, 19 de abril de 2012
La primavera italiana de Pablo Rubio

Pero antes, poco antes, Pablo Rubio ha pasado por Barajas. Ha llegado de Italia, donde ha expuesto mucho y bien. En la Toscana, en Lucca, en una muestra colectiva reciente, pero también en Roma y en Bolonia. Ahora va hacia Córdoba, tras la parada en Madrid, donde preparará varias piezas que después enviará a Portugal. Pero es Italia, sobre la que escribiera Blasco Ibáñez un libro hoy un tanto olvidado, En el país del arte, que es una guía de viajes fastuosa, del escritor reencarnado en la verdad más pura de la piedra en el tiempo. Mucho sabe del tiempo, de su fragmentación quebrada en una identidad, Pablo Rubio, que ha ido construyendo una poética no muy alejada de uno de sus maestros, el griego Jannis Kounellis, que utilizó la tierra, el fuego, el humo y el carbón, la madera y hasta animales vivos no sólo en sus pinturas, sino también en sus instalaciones; así, el pintor cordobés –creador, también poeta del matiz sugerente con su verdad de fuerza material-, en la última colectiva en Lucca, ha compartido espacio con el mismo Kounellis, con lo que las distancias se definen en su plasticidad sobre el azar.
La muy interesante propuesta de Pablo Rubio es el territorio de la pérdida, sí, pero también la búsqueda interior, la multiplicación y el reencuentro. La identidad, o sea, con su doble vertiente de memoria y olvido, de recuerdo y presente, con lo que su pintura y sus espacios se van nutriendo también de la poesía visual de ese desvalimiento, y también el vigor, que es el tanteo, o acecho, hacia uno mismo.
L´identità frammentata es una biblioteca colosal poblada por papeles, libros y anaqueles, también retratos y objetos, casi siete metros de ancho por tres de alto, que de pronto asiste a su propio derrumbe, que es la misma caída del yo desvanecido. Si quieren internarse en su estimulante geografía, entren en www.pablos-pablos.com. Pura creación libre, con la hondura más dúctil.