Hay una Electra antes y después de Sara Casasnovas, que es la interpretación de los matices convertida en poder verbal y físico. Hace un par de semanas fui al Teatro Español a ver Electra: la versión de Galdós, adaptada por Francisco Nieva con montaje de Madico. Fui, entre otras cosas, para comprobar in situ -en el mismo teatro en el que se estrenó en 1901- cómo había resistido el paso del tiempo la obra del maestro, y también cómo había asimilado la actriz lo que pudo haber sido un accidente fatídico: el ataque que sufrió hace un año de un fan perturbado, que acudió a la puerta del Teatro Victoria y le disparó a la cara con una ballesta. Pues bien, creo que debemos ir olvidando esta historia. No sólo por la normalidad deseable para la muchacha, sino también porque el estancamiento en este desgraciado episodio nos distrae de la única verdad: la realidad de excelencia de esta actriz, su plasticidad en los registros y su potencia interpretativa.
Con respecto a la obra, quizá se ha resentido más de un siglo después: la transgresión que supuso el día de su estreno, que hasta llevó a Villaespesa a fundar una revista modernista en honor del texto de Galdós, llamada, precisamente, Electra, en la que escribieron los hermanos Machado y seguramente también el primer Juan Ramón, por lo que suponía de insurgencia de la mujer llamada por su propio tiempo a rebelarse, y también revelarse, quizá ya tiene más valor testimonial que literario. Sin embargo, el preciosismo impactante de la dirección escénica y de la producción, junto con un elenco de actores eficaces y televisivos, sostuvieron la obra por entero.
Con respecto a Sara Casasnovas, en su papel de Electra, la inocencia con la perturbación, la ingenuidad pueril y el desafío constante y acendrado de una seducción, que lo mismo danza que corre, que patina y que danza patinando asímismo, sólo queda decir que el suyo puede ser el recorrido continuo de los focos, de esa luz gaseosa que desprenden a veces las estrellas. Pero, por encima del éxito futuro que esta actriz tendrá seguramente, resalta sobre todo el magisterio de una juventud: y es que el escenario era ella de pronto, gesticulando de felicidad, y luego replegándose en sí misma, hasta bordar la hebra enfebrecida que entraba dando paso a la locura. Esta chica joven, que ha hecho mucha televisión y la ha hecho bien, es una actriz completa que puede doblegar cualquier papel. Es una chica guapa, pero es bastante más que un bello rostro.
Este mediodía, con un calor amarillo, me he cruzado con ella. Al principio no la he reconocido, sólo me he fijado en la única chica que en ese momento se cruzaba conmigo por la calle: con un vestido claro, morena y muy menuda, hablando por el móvil, con el pelo más largo y una fragilidad que contrastaba con toda esa energía portentosa desplegada en las tablas. Me habría gustado acercarme a ella amablemente y decirle que estuvo sencillamente espléndida en Electra, algo que a los actores y a los músicos -tengo amigos en ambos gremios- les suele alegrar mucho, y que a los escritores, para qué nos vamos a engañar, nos ocurre muy poco. Me habría gustado decirle: olvida aquello, puedes ocupar un escenario con todo ese talento destilado, eres mucho más fuerte y ya has vencido, has recuperado todo tu coraje con Electra. Pero no me he atrevido, o simplemente no he querido molestarla.
Qué gran entrada, Joaquín. Me ha gustado mucho y me has despertado unas ganas dobles de ir a ver la obra. Por un lado, que es del genio Galdós y por otro, me llama mucho Sara Casasnovas en el papel de Electra, ese nombre tan del noveno arte.
ResponderEliminarMe apunto cuanto antes a ver la obra.
Un abrazo.
Ay amigo, muchas gracias, pero la obra ya está fuera de cartel. Eso se me ha olvidado escribirlo... No sé si ahora van a hacer provincias y volverán más tarde a Madrid. Un abrazo
ResponderEliminarUna magnífica crónica para una magnífica mujer. Mi solidaridad con ella. Y mi ánimo
ResponderEliminarMi comentario no haría más que suscribir lo comentado anteriormente, ya que me parece una entrada maravillosa.
ResponderEliminarOjalá algún día pudiera leerla Sara...
Eso sí, ten por seguro que si un día te veo por la calle no dudaré en decirte lo muuuuucho que me gusta como escribes, jeje.
Un besote enorme, cuídate mucho y felíz fin de semana
Muchas gracias Rodolfo y Clarita. Antes lo escribo y antes me ocurre: esta tarde, en la maravillosa librería Méndez, en la calle Mayor, se me ha acercado un lector de una de mis novelas... Besos y abrazos y feliz fin de semana!
ResponderEliminar