
El Orson Welles que toma un fino en Bodegas Castañeda en septiembre de 1960 tiene poco que ver con aquel niño prodigio que conquistara Hollywood. Hace ya mucho tiempo que sufre en carne propia la imposibilidad de la industria para asumir sus proyectos como director: no tienen fe en él, porque resulta demasiado caro. Sin embargo, su talento rotundo como actor le ha hecho ocupar un lugar preeminente casi dos décadas después de Ciudadano Kane, y el propio Heston, que es el Charlton Heston que está rodando mientras en España El Cid, en la plenitud de su carrera y también de su influencia sobre los productores a ambos lados del Atlántico, lo había impuesto sólo tres años antes, en 1957, como su compañero de reparto, y enemigo en la trama, en Sed de mal. Estamos ante dos colosos del cine de todos los tiempos, de distintas texturas y motivos, creadores ambos y proteicos; pero uno, Welles, en su primer declive, y otro, Heston, confinado aún en la épica, que ha seguido encontrando para él buenos papeles.
Según parece, el Ideal publicó una fotonoticia, y el diario Patria los entrevistó. Heston manifestó su admiración por la obra y por el personaje, y descubrió el interés que suscitaba en Estados Unidos, en una entrevista firmada por José Luis Kastiyo con foto de Juan Granados. El proyecto no salió, y seguramente fue mejor así. Sin embargo, me ha gustado mucho imaginar a estos dos actores totémicos andando por las calles de Granada, en 1960, con esa ingenuidad tan propia de algunos turistas yanquis, capaces de andar por las ruinas de Grecia como por un parque de atracciones, que es la que mueve el mundo muchas veces, con ese entusiasmo mágico y resolutivo contra los elementos. Qué podían temer, en la España de Franco, Charlton Heston y Orson Welles, que andaban por las calles oblicuas de Granada, en las que aún vivían varios protagonistas y testigos, preguntando por Lorca y su misterio.
Creo que todavía me queda mucho que descubrir sobre esta ciudad que ahora la siento como mía...
ResponderEliminarHa sido maravilloso intentar imaginar como verían los rinconcitos de esta hermosa ciudad, si descubrirían el misterio de sus calles, de sus barrios, qué hubiese pasado si, en vez de fino, hubiesen pedido vermut en la Castañeda...
Gracias por descubrirme algo nuevo y ayudarme a olvidarme por un instante de ese sofocante calor maquillando este agosto con el airecito un pelín más fresquito de un 16 de Septiembre.
Un besote enorme, cuídate mucho!!
Muchas gracias a ti, Clarita. Bodegas Castañedea es de mis lugares favoritos de Granada, tan cerca de la cuesta de Gomérez, que lleva directamente al cielo, con todos esos olorosos, moscateles, y su aroma de siglos. Qué bueno tenerte de vuelta por aquí!
ResponderEliminarSi es que es difícil conocerlo y no adorarlo!!No suelo dejar más de dos semanas sin pasarme, fiel a mi cita, a Bodegas Castañeda, con una riquísima tabla caliente y un Palo Cortado...Cómo muy bien has dicho...directamente al cielo...
ResponderEliminarUn besote enorme, cuídate mucho y aunque a veces me ausente, me ocurre con tu blog como con la Castañeda, jeje