EL INDIANO
Si la memoria curva arde en los arcos,
cómo se comprime una conciencia
dura de ventisca y senectud.
Fue la mañana gris del vendaval,
con el mantel de lino sobre el campo
en su tensión mojada.
Quién podrá beber ahora su cáliz,
en qué verdad de yermo, si es un dolor sin muerte
hurgando entre los párpados vencidos
de un vaivén de columpio en la ladera.
Quedan, apenas, trozos de un paisaje,
sólo restos de ti, como tu nombre
que ahora se define con nosotros,
se perfecciona, vuela, es casi exacto
si podemos volver a tu ciudad
casi como a la nuestra:
sin regresar y sin asimilarnos,
si nos mira como a un desconocido,
como a alguien que se adentra
por un tiempo que fue su propio tiempo
y no le reconoce.
Perteneciente a Las Ollerías (Visor, 2011)
realmente interesante la estructura poética con que construyes éste regreso que se refleja en nuestros ojos.
ResponderEliminar"Las Ollerías" ha sido uno de los poemarios que más he disfrutado últimamente. Ha dejado huella en mi recuerdo literario y me ha permitido pasear esas calles que todavía no conozco y jugar con los trozos de un paisaje que te pertenece.
ResponderEliminarYa hablé del libro en esta entrada: http://martinezclares.blogspot.com/2011/10/memorias-de-una-calle.html
Joaquín, ya espero tu próximo poemario mientras releo "Las Ollerías" buscando un alojamiento poético. Abrazos
Hay una poesía periférica, frugal, subcutánea como mucho. Esta es profunda y cala; se filtra por los intersticios del alma y se "comprime en la conciencia".
ResponderEliminarVolvemos a nuestra ciudad: la tuya y la mía.
Un abrazo de afluente, Joaquín
Siroco, muchas gracias.
ResponderEliminarJosé Luis, me alegra mucho que pasees por Las Ollerías. He leído tu entrada y me ha encantado.
Miguel, nos espera nuestro protector San Cristóbal a partir del 26.
Un abrazo a los tres!
Quiero leer todo ese libro Joaquín!
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