A LA MAÑANA SIGUIENTE EL CAMPESINO VUELVE A ARAR LA TIERRA
Y curaste la tierra de la muerte,
le rozaste las manos
cansadas de estar yermas,
cerraste sus heridas
y cubriste de agua cada surco.
La sombra del arado se alargaba
más allá de la cresta de los montes.
Enterraste a los hijos esa tarde.
Las raíces crecieron tras la lluvia.
Perteneciente a Una interpretación (Rialp, 2001)
Conmovedor poema, amigo. Gracias por compartirlo. ¡Un abrazo!
ResponderEliminarEste es un poema con raíz. La lluvia de cada lectura le hará crecer desde su profundidad telúrica.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo
Jorge y Miguel, muchas gracias por vuestros comentarios.
ResponderEliminarUn abrazo de lunes!
Un poema, que dentro de su brevedad, es enormemente expresivo. Me gusta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Poesía. Pura.
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