"Finalmente alcanzó la cima de la montaña que tenía que trasponer para llegar, por un atajo, al valle solitario donde habitaba su amigo Fouqué, el tratante de madera.
Julián no tenía prisa por verle, ni a él ni a ningún otro ser humano. Oculto como un ave de rapiña entre las rocas desnudas que coronaban la cumbre, hubiera divisado perfectamente a cualquiera que se acercara, incluso desde muy lejos.
En un corte casi vertical de uno de aquellos roquedos, descubrió una especie de gruta. Hacia allí dirigió sus pasos, y pronto se halló acomodado en aquelo refugio.
-Aquí -pensó con brillantes ojos de júbilo- ningún hombre podría hacerme daño.
Stendhal. Traducción de Juan Bravo Castillo
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