sábado, 2 de abril de 2011

Concierto de Alexonor


La canción de autor me persigue también en Bruselas, o a lo mejor soy yo quien la persigue a ella. Vamos anteayer por la noche al recoleto Le Jardin de ma Soeur, un Café-Théâtre en una de las esquinas de la plaza de Saint Catherine. Entramos al local subiendo unas escaleritas: tiene forma de tubo y acaba en una tarima con un órgano electrónico, un micrófono con pie y unos altavoces sobre dos taburetes. Junto a las paredes, con varias viejas fotografías colgantes, unas cuantas mesitas de madera, con banquitos. Uno de los lados da con pulcritud a la plaza, y laluz verde de algunos de los árboles dormidos entra por las ventanas. Tenemos nuestra mesa reservada justo al pie del escenario. En la esquina, una pequeña barra repleta de botellas de todos los colores y tamaños. No sirven combinados -auténticos combinados, quiero decir-, pero sí tienen vermouth Noilly Pratt. Leemos:

Les petits Matins et les grands Soirs d'Alexonor

It revient avec de nouvelles chansons...
Et d'autres que vous connaissez déjà...
Il rit de lui, il rit de vous,
il rit de tout et de tout le monde

Alexonor (auteur-compositeur-interprète)

Aparece Alexonor, con pantalón rojo y zapatones rojos, y comienza a cantar, tocando el órgano. A partir de ese instante no se sirve ya ni una sola bebida. El dueño del local, fan de Alexonor, se coloca tras la barra como en el balconcillo de un anfiteatro, a disfrutar de su propio espectáculo. Escuchamos a Alexonor, en la plaza de Saint Catherine, y de pronto nos llegan los ecos de Brassens y de Jacques Brel, lo que aquí no es difícil. Es vieja canción de autor en el sentido que inspirara a Guerrero o Serrat, pero modernizada. Se puede disfrutar de la puesta en escena, de este café sin humo y sin embargo con el recogimiento misterioso del humo de las letras. Todo es celeste aquí. Las composiciones son muy rítmicas, y Alexonor se expresa gestualmente como un idioma propio y verdadero. Luego le compramos un par de discos y pensamos que las cosas son iguales en Bruselas y en Madrid, y en todas partes, que hay cantidad de bares en el mundo con buenos músicos y también buenas canciones que al final serán tan sólo -lo que no es poco- el reino celebrado de unos cuantos elegidos por su música de azar.

2 comentarios:

  1. Algo parecido me ocurrió cambiando Bruselas por Toulouse...
    El caso es que, en cuanquier momento, en alguna parte del mundo, siempre habrá alguien abrazado a una guitarra dispuesto a compartir sentimientos, luchas y anhelos...y, claro está, siempre seremos muchos los dispuestos a escucharle, no importa en el idioma que se haga porque, a veces, sobran las palabras...

    Gracias por compartir, el que seguro fue, un gran momento.
    Un beso y felíz semana

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