lunes, 13 de junio de 2011

Guillermo Busutil en Mucho Cuento


Va cayendo la noche en la azotea con un telar naranja sobre el fondo, la campiña azulada bajo el nimbo de un azul cobalto en los tejados. Es la terraza de la Hospedería del Atalía, pero esto no es poesía: es Mucho Cuento. Sería el mejor lugar imaginable para recitales de poemas, pero la asociación cordobesa Mucho Cuento le ha encontrado un uso más original, por lo que tiene de singularidad: un ciclo de presentaciones de libros de cuentos, un ciclo que acaba siendo, también, de recital de algunas de esas piezas a menudo entre la exactitud más minuciosa y ese relato extenso, más cercano a la novela corta. Todo esto cabe en el cuento, todo esto respira en Mucho Cuento.

El hallazgo ha sido también la ubicación en la terraza de la Hospedería del Atalia, con todas las cornisas extendidas bajo el faro solar de la torre de la Mezquita, amparando el susurro, las carpas y el silencio: cuánto de silencio hay en los cuentos, de teoría del iceberg de Hemingway, cuánto se nos cuenta y cuánto se nos hurta de la verdadera información para que así podamos encontrar esa poética de la sugerencia, que es la sensualidad de los relatos. Literatura abierta, la seducción del cuento es Mucho Cuento.

Así se ha presentado Vidas prometidas, de Guillermo Busutil, acompañado de Antonio Luis Ginés. Es Busutil un autor de corte seco y diagonal en la pegada, que lo mismo aborda una historia de los últimos indios verdaderos que salieron en las primeras películas de Hollywood que retrata, con un realismo lumpen doloroso, los últimos movimientos de un viejo campeón del cuadrilátero, su vida miserable, un poco a lo Más dura será la caída, de Budd Schulberg, o desgrana sus recuerdos familiares, en un cuento precioso que desvela los días con sus abuelos, todo cuanto aprendió de ellos, ahora ya entendidos como personajes del cuento más profundo del autor. Pero no ha sido Guillermo Busutil el único invitado a Mucho Cuento, que de forma altruista contacta con escritores de muy diversos sitios, siempre de cuentos, de relatos, y se los trae a Córdoba a mirar cómo cae la noche sobre nuestra Mezquita, con un público fiel que también forma parte de la asociación y, por supuesto, también escribe cuentos.

Mucho Cuento. Un género de moda, se dice algunas veces, pero que no ha estado de moda de verdad. Una forma de ser y de mirar la realidad con una pulcritud desmenuzada, como la de los cuentos de Julio Ramón Ribeyro y su estupendo Silvio en el rosedal. En fin, que esta asociación de escritores de cuento es un lujo para una ciudad como Córdoba, porque esta es la cultura verdadera: la que se va tejiendo poco a poco sin más aspiración que ser real.

2 comentarios:

  1. Habrá que pasar por allí mil y una noches.


    Abrazos sin cuento, amigo

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  2. La vida se va desgranando cuento a cuento sin darnos cuenta de la cuenta, es la vida un sueño, solo un sueño.

    Felicidades por ese espacio poético de la amada Córdoba

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