EL BUEN PASTOR
Yo soy el buen pastor. Tú lo sabías,
y por eso quisiste protegerme.
Entonces, muy menudo, como un suspiro de agua,
nadie hubiera podido imaginar
que en un torso pueril,
en una complexión indefensa y cambiante,
se estuviera nutriendo la osamenta
de un alto patriarca sin familia.
No un lobo estepario,
como todos soñamos con ser en el destierro
de una casa lejana con los padres distantes,
no un viajero entusiasta emergiendo en cubierta
cuando la juventud, sino un perro de guarda,
solitario a su modo,
pero pendiente al fin de una manada
que no le pertenece.
Quién podía intuirlo. Pero tú lo sabías,
veías dentro de mí una llamarada
aún más real
que todo el crepitar de hojas crujientes
con miedo a perecer dentro del bosque.
Entonces me llevaste hacia lo oscuro
igual que un día de picnic, dejando atrás la cerca,
donde todas las ramas, colgantes de un silbido,
se agitaban fibrosas en su espiral de acanto,
capaz de recortar sobre la noche
aquel manto chinesco de fantasmas
que no nos dieron miedo.
Poco antes de la vuelta,
escogimos un árbol gigantesco y fui trepando a lo alto para ver
las luces de los coches bajando la montaña,
la mancha celular de la ciudad.
No sé cómo volví, pero lo hice,
de muchos otros bosques interiores,
también de otras ciudades subterráneas
en las que derramé una fuerza nueva,
muy recién adquirida sobre el viento flotante,
muy de lobo estepario mientras tú
fuiste el ángel guardián de la espesura.
Pereneciente a Las Ollerías (Visor, 2011)
Bello salmo para una celebración laica en un domingo que anticipa el largo y cálido verano.
ResponderEliminar"Tu verso y tu bastón me infunden confianza", Pastor Joaquín
Lobos esteparios a la búsqueda de nuestra otra mitad, eso es lo que somos.
ResponderEliminarEvocador y arriesgado poema de aventuras, muy bien construido.
Muchas gracias, Miguel y Siroco! Un abrazo laico!
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