Vuela Superman fuera de Norteamérica, en un mundo más ancho que nosotros. Sale Superman de su cripta de hielo, que era pensar su mundo dentro de la bandera de las barras y estrellas. La noticia viene desde DC Comics: en el número 900 de la serie, Superman renuncia a la ciudadanía americana. ¿La razón? Está cansado de que todas sus decisiones y sus acciones públicas se identifiquen con la política exterior de EE.UU. Con esta cercanía no tan reciente de los comics con la actualidad -sólo hay que recordar la renuncia del Capitán América a su uniforme en los años 70, cuando se convirtió en El Nómada, por no compartir ciertas políticas de no integración racial del Gobierno-, Superman se posiciona no del lado del poder estadounidense, sino en su responsabilidad universal. Me imagino que en los últimos años, sobre todo antes de Obama, Superman lo ha tenido que pasar mal con las políticas -las anti-políticas- de Bush. Ahora, con Obama, todo parecía distinto, pero es cierto que al final cualquier nueva actitud venida de Kal-El siempre es tenida por ese seguimiento del sistema estadounidense. Quizá ésta sea la causa de cierta concepción del personaje desde un lado imperialista, mientras que Batman, el oscuro, el beligerante, el nunca agente de la corrección, el fuera de la ley, ha sido concebido como un icono plástico de la libertad individual. Sin embargo, ¿qué hay del origen?
Superman no es Clark Kent. Clark Kent es, digamos, ese nuevo nombre para una nueva vida. Superman es, esencialmente, un inmigrante: aterrizó en Kansas del mismo modo que podría haberlo hecho sobre la helada estepa de Siberia. De hecho, en Amanecer Rojo, se juega con esta interesante posibilidad, estableciendo una ficción dentro de la ficción: un Kal-El soviético, educado desde su adolescencia por Stalin, lleva la utopía autoritaria a todo el planeta, excepto a unos resistentes, y también decadentes, devastados y libres, Estados Unidos de América. Por eso Superman es más que el color de una bandera, y representa un bien mayor que el mero interés de una nación única. Superman es, en esencia, la representación en comic del legado de Kennedy, cuando dijo aquello de que Estados Unidos no debía utilizar su hegemonía para imponer su voluntad al mundo, sino para amparar al débil.
La única fidelidad de Superman, frente a unas Naciones Unidas poco determinantes, debe ceñirse a su propia conciencia de muchacho de campo bonachón. Esto es lo que no entienden en Norteamérica, donde los sectores conservadores andan a la gresca con DC por haber privado al personaje de nacionalidad americana. Pero es que Superman ahora es del mundo, y se le puede entender mejor en Córdoba, por poner un ejemplo, que en una convención del partido republicano. De nuevo el comic explicando el tiempo: Superman, ciudadano del mundo a lo Rick Blaine.
Nunca había hecho esa lectura, que me parece, además de interesante, muy acertada. Gracias. Un beso.
ResponderEliminarJoaquín!
ResponderEliminarInteresante lectura, desde luego.
Soy Ramiro Gairín. Te mandé un correo el lunes, para enviarte mi nuevo poemario, QUE CAIGA EL FAVORITO (Prensas Universitarias, Zaragoza), por cortesía de la editorial.
Necesito la dirección, por favor, si te apetece recibirlo.
Mil gracias!
http://haciaotrasaventurasmashermosas.blogspot.com
Gracias Zeru y Ramiro! Ramiro, hoy mismo reviso el mail y te envío la dirección. Gracias de nuevo y un abrazo!
ResponderEliminarMuy buen artículo, ¿sabes el chiste de Batman y Superman?
ResponderEliminarBatman da una fiesta y no invita a Supermán, como son vecinos, el ruido despierta a Supermán el cual sobrevuela la casa de Batman y enfadado al ver a todos tan agustito: Los cuatro fantásticos, el capitán América, etc. observa que desnuda se ofrece la mujer de Batman y decide fastidiarlo dirigiendosé a ella, pum, pum...al día siguiente...3 puntos en el trasero del hombre invisible jajajajajajajaj