martes, 29 de marzo de 2011

Manuel Alexandre, un recuerdo


Su mirada tenía aquella sombra heroica de los tiempos en que se compartían los cafés, cuando Madrid habitaba en La colmena antes de que Cela la escribiera. Tenía nombre de actor y de poeta, pero como muchos actores y poetas comenzó a estudiar Derecho antes de que la guerra lo sacara del aroma aquietado de las aulas, de esa lentitud de la pizarra que daba poco vuelo a su interpretación. Poco después, el hambre y la contienda, y también la amistad en el Teatro Universitario con Fernando Fernán Gómez, que habría de marcar el resto de su vida. Un Madrid murió, hace meses, con él: el Madrid del Gijón, de los actores y de toda esa gente de difusa ralea y malvivir, todo ese horizonte de nervio y perdición que alumbraban las horas de la noche con un chato de vino a lo Claudio Rodríguez. Eran chicos imberbes todavía en la guerra y hombres en la España de la desolación, que sólo se reunía en los cafés: fue antes de que Umbral decidiera mandar en el Gijón, cuando sus reyes eran Perico Beltrán y Fernán Gómez, pero también los poetas del 50 y el cordobés Manuel Álvarez Ortega, que andaba traduciendo a los simbolistas franceses cuando todo en España era un simbolismo del desastre con un significado demasiado evidente.

Ése fue el Madrid de Manuel Alexandre, que ha muerto con tres centenares de películas, series de televisión y obras de teatro en su espalda delgada de secundario exacto, cargado de matices en la frase, que a veces era una, y sólo una, con una humanidad de perdedor consumido en sus flecos amables sin que se le advirtiera el artificio. Teatro Reina Victoria, Teatro Eslava, el Español. Bienvenido, Mister Marshall, Cómicos, Muerte de un ciclista, Viaje de novios, Calle Mayor, El Malvado Carabel, La vida por delante, Plácido, Atraco a las tres, Don Quijote cabalga de nuevo, Vota a Gundisalvo, El caso Almería, El año de las luces, El bosque animado o Sinatra, son sólo un retazo de su presencia en varios de los títulos más significativos de las últimas décadas, cuyo cine ha tenido en Alexandre ese buen hacer del artesano como cimentador de la estructura actoral de cualquier película, esa seguridad sobre el oficio.

De las series, estuvo en todas, o casi: Curro Jiménez, Cervantes, Fortunata y Jacinta, Estudio 1, Los ladrones van a la oficina, La regenta, Blasco Ibáñez, y hasta hizo de dictador acabado en 20 N: los últimos días de Franco. En su última película, ¿Y tú quién eres?, de Antonio Mercero, visión crepuscular y sensibilizada del alzheimer, con Cristina Brondo como nieta bella y dulce entregada a su vida final, fue protagonista del ocaso.

Es el rostro del cine, es nuestro cine, con su pequeña historia sin finales felices.

8 comentarios:

  1. Con la elegancia de la humildad y con su voz temblorosa y socarrona nos regaló una galería de personajes para cultivar la memoria de más de medio siglo de cine español. Nunca será un actor secundario una persona de primera como Alexandre.
    Su compañero de tertulia en el Café Gijón Manuel Vicent, escribió de él:
    "Fue muy amado por tenderos, camioneros, oficinistas, jubilados, amas de casa, presidentes de Gobierno, gente alta y baja, jóvenes y viejos. Hasta poco antes de morir, algunos en la calle aún le felicitaban por el Premio Nobel al confundirlo con el poeta de su mismo apellido. Manolo Alexandre lo mismo te recitaba sobre la marcha un soneto de Quevedo que te daba ideas para arreglar un grifo o un caldero mientras cruzabas con él un paso de cebra."

    Es decir, un entrañable ser humano y excelente actor el que, tan magníficamente, nos traes hoy a la memoria.

    Un abrazo grande, amigo

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  2. Una vez pensé cómo sería la voz de Robert de Niro. Entonces cogí un dvd y me la aprendí. Escuché de primera mano, sin el concurso mentido de la voz colada en el doblaje, al Travis Bickle de Taxi Driver. Creí que era otro actor y me hizo disfrutarlo más todavía. Eso en la creencia de que nuestros doblistas son magníficos. Hice eso, digo poner un dvd y buscar lenguaje, subtítulos, como una necesidad por este hombre al que dedicas el post. Manuel Alexandre me llevó a De Niro. Imaginé a un francés doblando a Manuel. A un ruso. Y al pobre espectador francés perdiéndose los matices, los pliegues, la inflexión proverbial de su voz. De eso hace muchos años. De la época en que salieron los primeros dvds. Todo eso ha vuelto, Joaquín, en tromba, por lo que has escrito sobre este actor sobresaliente, secundario, pero primordial.
    He entrado en tu Felton por la Riografía de nuestro compartido amigo Miguel.
    Un saludo, paisano.

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  3. Tu homenaje al maestro Aleixandre es oportuno. Siempre es momento para recordar a un actor que tanta humanidad irradiaba. Nunca podré olvidar sus palabras sobre la indignidad del ser humano cuando juzga a los demás; su escepticismo sobre la especie humana era fruto de sus experiencias. No obstante era siempre un entusiasta de su profesión y un impulsor para los jóvenes talentos.

    ¡Grande Manolo!

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  4. Siempre me resultó, además de un gran actor, una persona entrañable. De esas personas que sabes que lo son de verdad, aún sin conocerlas.

    Hace poco me ocurrió una cosa curiosa relativa al Café Gijón. Estaba en el comité de evaluación de becas para que vietnamitas vayan a España durante el verano. Una de las alumnas, de apenas 22 años, tenía un sueño (muy curioso): crear el Café Gijón en Hanoi, en la mismísima capital de Vietnam.

    Un abrazo de las ramas que salen de Riografía. Su hijo, Alfonso Cobo. Y tu lector también, desde hace ya algún tiempo.

    Un abrazo desde un lluvioso Hanoi.

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  5. Con el deseo de que siga descansando en Paz, Amén!!!

    Un saludo, Juan Pablo L. Torrillas

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  6. Precioso homenaje para un buen hombre.
    No recuerdo ninguna etapa de mi vida en la que no apareciera Manuel en alguna película u obra de teatro, quizás sea porque no dejaba muchas de ellas sin ver y porque entre las que has nombrado hay varias de mis favoritas...
    El caso es que, aún sin tener el honor de conocerle, siempre le tuve mucha admiración y, porqué no, también cariño. A veces, basta conocer la obra del maestro para sentirle cercano a uno mismo...

    Gracias por acercarnos su mirada, su obra, su persona... cuídate, un beso!

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  7. Miguel, Emilio, Siroco, Juan Pablo, Clarita, un abrazo grande!

    Alfonso, qué alegría tenerte aquí desde Hanoi! La filiación y la complicidad te hacen habitante de este Blog. Bienvenido y un fortísimo abrazo!

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  8. Yo tenía un abuelo, que un día se fue. Y cada vez que veía a Manuel Alexandre, me acordaba de él. Es curioso el título, Manuel Alexandre, un recuerdo, justo cuando su ultima película fue ¿Y tú quién eres? sobre esa enfermedad del olvido y la desmemoria. Es un buen título, el mejor diría yo. Te he dado un recuerdo, mi recuerdo. ¡Gracias! Por hacer que me acuerde de él.
    Salud.

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