Escrito en una piedra con los cielos tan solos. Los títulos de los libros de poemas de Pablo Guerrero tienen tal unidad armónica interior, tal integridad corpórea y material que pueden enlazarse como un todo, en una calidad orgánica y tangible. Anteayer por la noche, Pablo Guerrero estuvo en Córdoba para presentar el libro homenaje que le ha editado El Páramo, A Pablo Guerrero en este ahora, coordinado por Antonio Marín, con colaboraciones de Luis Eduardo Aute, José Luis Ferris o Alejandro López Andrada, entre muchos otros. Es hermoso el título, En este ahora, porque en este ahora nombrar a Pablo Guerrero, reivindicar sus poemas convertidos en canto, su canto vuelto voz sonora y desgarrada, proyectada en las sombras de un recogimiento clamoroso, no es únicamente una justicia histórica: es, también, una necesidad íntima y generacional.
Alejandro López Andrada ya le acompañó, antes, en un disco con adaptaciones de poetas extremeños, Luz de Tierra. López Andrada, claro, no es extremeño, sino de Los Pedroches, y en esa latitud de horizonte finísimo, encrespado de claridad cobáltica, la poesía de Alejandro nos revela, también, esa doble naturaleza o doble nacionalidad paisajística, sentida, de una gran pureza ornamental de grandes coincidencias con la poesía de Pablo Guerrero, que se ha ido macerando en una auscultación de la naturaleza convertida en una sabiduría que casi nace y acaba en sí misma, generada por su revelación. De ahí su inclusión en el disco, por esa afinidad que excede la procedencia y convierte los ánimos en la mejor credencial. José Luis Ferris también es poeta, y ha escrito además una gran biografía de Miguel Hernández, con lo que el cerco aquí se va estrechando en las complicidades, las voces y los ecos, ese arpa de hierba transitado por la poesía que nace de la necesidad de ser escrita, ya sea en una piedra o sobre el mar.
Es hermoso que Pablo Guerrero haya venido a Córdoba, una vez más, y como en otras ocasiones anteriores acompañado de Rodolfo Serrano, con la hermandad hablada en el poema y también con esa filiación que dio a luz el disco Hechos de nubes, producido por Los paraísos desiertos. Cuenta colaboraciones como las del recordado José Antonio Labordeta, el propio Aute, Víctor Manuel y, por supuesto, Ismael Serrano, que ejercía además de productor. También estaba en aquel libro Javier Álvarez, con quien Pablo grabó el sorprendente disco Guerrero Álvarez, con la gran finura natural de dos generaciones encontradas, en esas melodías y el poema. Esta unión fue estupenda, con lo folk que es Guerrero y lo pop de Álvarez, pero la mixtura resulta de una gran belleza en el empaste, en lo recitado y lo cantado. Para mí ha sido un privilegio leerle y escucharle, siempre cerca, esperando que al fin, un día de éstos, vuelva a llover A cántaros.
Alejandro López Andrada ya le acompañó, antes, en un disco con adaptaciones de poetas extremeños, Luz de Tierra. López Andrada, claro, no es extremeño, sino de Los Pedroches, y en esa latitud de horizonte finísimo, encrespado de claridad cobáltica, la poesía de Alejandro nos revela, también, esa doble naturaleza o doble nacionalidad paisajística, sentida, de una gran pureza ornamental de grandes coincidencias con la poesía de Pablo Guerrero, que se ha ido macerando en una auscultación de la naturaleza convertida en una sabiduría que casi nace y acaba en sí misma, generada por su revelación. De ahí su inclusión en el disco, por esa afinidad que excede la procedencia y convierte los ánimos en la mejor credencial. José Luis Ferris también es poeta, y ha escrito además una gran biografía de Miguel Hernández, con lo que el cerco aquí se va estrechando en las complicidades, las voces y los ecos, ese arpa de hierba transitado por la poesía que nace de la necesidad de ser escrita, ya sea en una piedra o sobre el mar.
Es hermoso que Pablo Guerrero haya venido a Córdoba, una vez más, y como en otras ocasiones anteriores acompañado de Rodolfo Serrano, con la hermandad hablada en el poema y también con esa filiación que dio a luz el disco Hechos de nubes, producido por Los paraísos desiertos. Cuenta colaboraciones como las del recordado José Antonio Labordeta, el propio Aute, Víctor Manuel y, por supuesto, Ismael Serrano, que ejercía además de productor. También estaba en aquel libro Javier Álvarez, con quien Pablo grabó el sorprendente disco Guerrero Álvarez, con la gran finura natural de dos generaciones encontradas, en esas melodías y el poema. Esta unión fue estupenda, con lo folk que es Guerrero y lo pop de Álvarez, pero la mixtura resulta de una gran belleza en el empaste, en lo recitado y lo cantado. Para mí ha sido un privilegio leerle y escucharle, siempre cerca, esperando que al fin, un día de éstos, vuelva a llover A cántaros.
Estuvo increíble. un acto muy bonito
ResponderEliminarQue bonito homenaje...Seguro que fue un acto inolvidable (confieso que tengo un poquito de envidia, pero de la sana, eh?)
ResponderEliminarUn besote enorme y felíz semana
En una tierra extrema y dura -pero bella- como la suya hace falta un Guerrero de la paz y la palabra como Pablo. Poemas y canciones que para los de mi generación son himnos.
ResponderEliminar(Como lamenté no haber podido asistir el lunes, enredado en otras caligrafías del cuerpo y sus interioridades).
Abrazos.
Fe de erratas: Cómo, con tilde (maniático)
ResponderEliminarSeguro que fue un fantástico homenaje... lástima no poder haber asistido. Un abrazo.
ResponderEliminarUn abrazo muy "guerrero" a todos!
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