sábado, 5 de marzo de 2011

Diario de un abrigo


Ya sólo nos queda el frío de espanto. No es que la llegada del frío sea noticia, no es que esta nueva ola de frío polar, como un destello blanco que estalla diminuto dentro de los párpados, que traspasa la lana de los guantes y atraviesa la piel, se cuela en ti, de para mucho, ni para la columna, y además ya era tiempo de un poco de frío. Sin embargo, ahora cambia todo tan deprisa, y ya vale tan poco habitualmente lo de antes, y se van sucediendo las modas tecnológicas, y las redes sociales, y los comportamientos, los delitos, y hasta las maneras de leer, a un ritmo tan difícil de seguir, tan maleducado y tan incómodo, y claudica tan pronto el viejo mundo, que la verdad es que gusta que un poco de frío venga a destrozarnos los nudillos, a helarnos las pestañas y también la marca de la risa, en un recordatorio de la fragilidad, y también de la vida verdadera.

No descubro nada si afirmo que detesto este nuevo mundo que estamos construyendo. Sólo pensando un poco, de la sensación de que asistimos, todos, a un timo general que nos ha cogido por protagonistas, para poder dar sentido a una película que rodaría bien Berlanga. La gran mentira es la libertad: no es que no exista, sino que se recorta a tijeretazos muy menudos, casi imperceptibles, que al final aparecen y son tan efectivos que sus efectos son devastadores. Estamos controlados, verdaderamente vigilados, por redes que hace años sólo se imaginaban en las novelas de ciencia-ficción, y nos parece bien. Todos nuestros datos personales navegan por ahí, en un océano electrónico sin privacidad, y nos parece mejor. Somos sometidos a un bombardeo continuo, consumista y masivo, que nos va sumiendo en la infelicidad, porque nunca tenemos suficiente, y esto ya nos parece estupendo, porque queremos tener, queremos poseer lo que no existe. Hay toda una gente dedicada a saber convencernos de que necesitamos esas cosas, las que ahora mismo aún desconocemos. De ética no hablamos: en este nuevo mundo, la especulación es la bandera, y todos se han lanzado en una lucha frenética por ser dueños de lo que no poseen: porque lo tienen otros, porque se ve en Internet o en la televisión, y nuestra nueva moral es el gregarismo igualitario.

¿El libro? Enterrado por unos cuantos editores megalómanos, que han lanzado el mensaje de que uno quiere marcharse de viaje con 4.000 títulos en su libro electrónico. Otra necesidad que no teníamos, y que además raya en la estulticia: en no saber viajar, y tampoco leer. En fin, que vuelve el frío. Que podemos sacar del armario los gorros, las bufandas, los guantes, los sombreros. Y podemos usarlos. Como siempre. Algunas cosas no cambian. Y es bueno saber que nuestro abrigo sigue calentando.

4 comentarios:

  1. Pues sí. Me temo que, a este paso, tendremos que ir pensando en calarnos hasta las cejas la gorra verde (con orejeras) que llevaba Ignatius Reilly en LA CONJURA DE LOS NECIOS. Buen sábado, pese a la ola de frío.

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  2. Qué bien lo dices, amigo. Que buen repaso a tanto, que tanto toca. Que venga, que venga el frío

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  3. Luis, David, acabo de pasar por vuestros Blogs cuando leo estos comentarios... Un abrazo fuerte, cárnico y helado!

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  4. Queremos tener cosas más que queremos ser.

    Tengo un cacharrillo de esos para leer libros electrónicos, pero soy de las que le gustan subrayar los libros, -algunos dirán estropearlos-. Algunas palabras que, a veces, no conozco, ideas que me llaman la atención....Vamos que, con el IPAD no puedo hacerlo y me echa para atrás.

    Cuando viajo, -todos los días- llevo siempre un libro conmigo, físico, en papel, para domarlo, o para que me dome él.

    Las necesidades nos las generan y nosotros dejamos que nos las creen día tras día. -Todavía no me han logrado convencer para tener un móvil, soy así, ya ves- El otro día, me dejé olvidados los guantes, de piel, en el tren. Lo sentí mucho, eran un regalo de hace ya bastantes años. Al día siguiente, otro viajero me los devolvió, con mi mayor agradecimiento hacia él y una de mis mejores sonrisa.

    Creo que ya leí este artículo, o será un "dejá vu" Quizá en El Diario de Córdoba. Me gustó mucho. Me sigue gustando mucho.

    Una duda: Este nuevo mundo ¿Lo estamos construyendo o destruyendo?.
    Salud.

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