martes, 22 de marzo de 2011

El archivo Balcells


Pertenece a otro tiempo, cuando la literatura era otra cosa. Carmen Balcells, la famosa agente literaria de los años sesenta, y los setenta, los ochenta y noventa, ha vendido al Ministerio de Cultura un archivo más que interesante, que es el testimonio organizado de los días felices. El fondo es, en sí mismo, la obra de una vida. Si la obra de un editor es su catálogo, quizá la de una agente pueda ser una colección epistolar: también de manuscritos, galeradas, contratos y demás.

No es razón literaria, pero es verdad vital. Y de la verdad vital puede extraerse la mejor nota a pie de cualquier página, esa explicación desmenuzada de un anhelo común. La literatura, en sí misma, es anhelo común: del propio autor, que siente una necesidad imperiosa de desarrollar la historia o el poema. Del editor, cuando lee el libro, y decide dar ese necesario paso al frente de la publicación. Luego llega el público, la inmensa minoría juanramoniana, la crítica, el lector: la hora del lector, parafraseando a Castellet. Sabemos que desde el Ministerio de Cultura, que ha pagado nada menos que 3.050.000 euros además por la biblioteca personal de la gran agente catalana, se ha pensado en convertir este archivo en un “centro nacional dedicado a la creación, la edición y la industria editorial”. Por ahora ya ha sido recibido, y llevado a Alcalá de Henares, en el Archivo General de la Administración. Se trata de 2.500 metros de papeles, vivencias, rasgos, restos, de algunos de los escritores más importantes del siglo veinte, españoles e hispanoamericanos.

El boom, realismo mágico, no puede entenderse sin Balcells, y hay también distintas herencias añadidas, como los archivos de Paul Bowles, que nos sigue mirando desde un desmadejado cielo protector sin vencidos desiertos. Pero este archivo es más, es mucho más: es también el de Miguel Ángel Asturias, Mario Vargas Llosa, García Márquez y otras correspondencias, primeras ediciones, borradores, esquemas por capítulos. Muchas fotografías, muchas vidas. Y hasta las bibliografías completas de Neruda, Vicente Aleixandre y Camilo José Cela. Un verdadero lujo, en fin, y más en estos tiempos, cuando ya no hay dinero para nada sin productividad directa.

¿Dónde empieza, realmente, la capacidad real de un país, sus ideas, sus gentes, sus trabajos, sin un soporte recio de lecturas? Hablar de la agente que tanto ha acompañado a los mejores novelistas de los últimos años, de esbozos, de retazos, de sus fotografías dedicadas, es un brindis al sol mejor del mediodía, la edad del mediodía, como dice Miguel Ángel Ortega-Lucas. La vida de un escritor está hecha de recortes muy pequeños, de contratos muy grises que se firman deprisa, porque la verdadera urgencia es escribir. Carmen Balcells nos deja, como final feliz de un año extraño, la novela en fragmentos de su vida.

3 comentarios:

  1. Estaremos atentos y expectantes a ese “centro nacional dedicado a la creación, la edición y la industria editorial” que, sin duda, será de lo más interesante.

    Por otro lado, no estaría mal que el Centro se ubicara en Alcalá de Henares, donde nació en 1547 el gran D. Miguel.

    Enhorabuena por el Blog, lo seguiré con mucho gusto. Un cordial saludo,
    Juan Pablo L. Torrillas

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  2. Tienes razón, no hay país que piense si no lee.
    La capacidad de cualquier sociedad viene de las ideas, del lenguaje. La literatura en concreto, y la cultura en general, o la falta de ambas, nos hacen lo que somos.

    Sabes, creo que un pueblo de ciudadanos educados sería la mayor superpotencia del mundo, porque el poder está en la inteligencia (la que se cultiva) y en la consciencia.

    Una superpotencia por ser más libre. Quizá no una superpotencia económica, tal vez sí, pero estoy segura de que habría una mejor calidad de vida.

    Es un paso bien grande que inviertan en cultura, porque aunque, como dices, la productividad no sea directa, es la mejor inversión de futuro. Siempre lo ha sido, aunque no hayan querido verlo, pero más ahora que está clara la crisis del sistema, que no es sólo económica.

    Un abrazo

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