lunes, 7 de marzo de 2011

Entrevista en El Mundo de Andalucía

Esta semana se presenta mi nuevo libro de poemas, Las Ollerías (Madrid, miércoles 9, 21:30, Libertad 8; Córdoba, jueves 10, Delegación de Cultura, 20:00). Por su posible interés, reproduzco la entrevista que me hizo Juan María Rodríguez en El Mundo de Andalucía.


Pérez Azaústre: "Siempre, para ganar hay que perder"

-Puesto que el poemario es un buceo en la identidad y el origen, háblame de tu infancia.

El título, Las Ollerías, alude directamente a una avenida de Córdoba, que en el libro funciona como un espacio simbólico de la memoria, un territorio donde es posible la reconstrucción del ser. Quizá la infancia es esa geografía del amparo, en la que podemos salvarnos de nosotros mismos. En este libro he tratado de reconstruirla, y de ponerle un nombre.

-La pregunta es más personal. Tu infancia, Córdoba, influencias familiares.

Mi memoria es un recogimiento. Quizá en esto haya algo de Córdoba, como un patio interior. Mucha mesa camilla, y siempre libros encima de esa mesa. Quizá por eso son para mí un abrigo. Allá donde acaban la charla y las películas, empezaban los libros, Todo esto también me ha ido esculpiendo, como el deporte, como la voluntad. Para mí la infancia es un relato. Ahora, por razones de edad, ya van faltando los interlocutores en la reconstrucción de ese pasado. El libro, y quizá casi todo lo que escribo, es un intento de seguir esa conversación.

-¿Niño, joven retraído en una Córdoba recatada e interior? ¿Esa naturaleza explica la proliferación poética de Córdoba?

Proliferación la del Grupo Cántico. Es un placer seguir leyendo a estos poetas jóvenes: Pablo García Baena, Ricardo Molina, Julio Aumente... Mi vivencia literaria de Córdoba, como sujeto que escribe, es de adolescencia y de primera juventud, porque a los 21 años me fui a Madrid. Ese recogimiento tiene que ver con una contemplación un poco más pausada de la vida, pero esto no necesariamente luego se traduce en el poema. Los escritores de Córdoba, ahora, somos muy variados, y hay muchas escuelas que conviven en un compañerismo sano.

-Dices: “La infancia es un relato” y no detallas demasiado. ¿Por qué los escritores, a menudo, os parapetáis tras una cierta indeterminación biográfica? ¿Sublimación literaria?

No, solamente protección. Piensa que tú no cuentas toda tu biografía en la primera cita, hay que dejar algo para después. En el caso del escritor, ese después son los libros.

-Muy bueno... ! Oye, Córdoba ya no será aquella “feria de los discretos”, pero ¿es una ciudad asfixiante, cargada, no...? Las pequeñas ciudades de interior suelen ser un infierno.

La ciudad interior siempre es más difícil, y el aire casi siempre está cargado. No es un puerto de Indias, así, para entendernos. Yo siempre me pierdo en El Pimpi, de Málaga, o en cualquier rincón de Cádiz. En cuanto a La feria de los discretos, Pío Baroja acaba con el tópico de que es un escritor de estilo descuidado. No sólo nombra Córdoba con pericia y precisión, sino que también muestra una prosa rotunda, como en Las inquietudes de Shanti Andía. Yo a veces, en Córdoba, me siento un poco Quitín. Y recuerdo aquella frase de Antonio Muñoz Molina, cuando escribió Córdoba de los omeyas, y dijo que para escribir sobre una ciudad hay que sentirse previamente poseído por ella. Yo voy más lejos: hay que sentirse, también, un extranjero. Poseído, sí, pero esa posesión volátil de una noche.

-¿Qué tipo de relación de jerarquía o desobediencia mantenéis los jóvenes y exitosos poetas cordobeses con vuestros mayores del Grupo Cántico?

Yo sólo puedo hablar por mí, yo sólo respondo por mis propios maestros. ¿Te parece poca la relación del magisterio libremente elegido, por la ambición estética, por el gusto vital? Creo en la literatura como decantación, depuración y filtro de las lecturas que nos conformaron. Así se va tejiendo nuestra propia escritura, como antes se hizo igual con nuestros maestros, que también fueron unos escritores primerizos. Cántico, para mí, es la plasticidad sensorial.

-Amplíame eso de la “plasticidad sensorial”, porque me parece una definición muy exacta para la lírica cordobesa.

Es una posible síntesis de Cántico, pero no la única. Y tampoco de Cántico únicamente. Podría decirse también de Claudio Rodríguez, y al mismo tiempo no todos los poetas cordobeses de ahora podrían adscribirse a esa definición. Sí José Luis Rey, por ejemplo. O Miguel Cobo. Yo creo que todos respetamos y admiramos a Cántico, pero cada uno tiene su camino.

-Por cerrar el ciclo cordobés. Tres cuestiones. Manolete: ¿tienes querencias toreras o era la fascinación del personaje? Otro asunto: vosotros negáis la existencia de una generación, pero vuestro rotundo éxito coral sugiere un grupo, un clan. Y tres: el jurado del Loewe dijo que Las Ollerías es un título demasiado local y que deberías cambiarlo. ¿Abdicarás?

Ok. Voy por partes: 1) Fascinación personal. 2) No hay generación: yo empecé a publicar cuando vivía en Madrid. Todo lo que después se ha movido en Córdoba, y de lo cual me alegro, a mí me ha pillado entre la Ciudad Universitaria y Chamberí. 3) El jurado del Loewe está formado por maestros del idioma, y uno cuando elige a sus maestros también decide escucharlos. Las Ollerías excede el ámbito toponímico: es un espacio simbólico del ser.

-¿O sea, que te sometes a los maestros y cambiarás el título? Y, sobre Madrid: ¿la experiencia en la Residencia de Estudiantes hizo tu escritura aún más metaliteraria? Y una pregunta que te persigue: ¿Ejercerás alguna vez de abogado?

El libro sólo tiene un título y es Las Ollerías. En cuanto a la Residencia de Estudiantes, fue un lujo vivir allí, donde coincidí con compañeros maravillosos, resistentes, geniales, como David Mayor, Azucena López o Juan Manuel Artero. Y sí, ejerceré de abogado algún día, si la vida lo exige, porque acabé la carrera hace unos años y me encantaron Mercantil y Procesal. Y si te gusta eso, puedes ser abogado.

-¿Érase un joven poeta a un premio pegado? Hablemos de supervivencia y mercado literario. Tú llevas 10 años dedicado exclusivamente al folio. ¿Duro?

Si uno escoge su vida, tiene un derecho relativo a quejarse. Yo a todo aquel lloroso por la vida de escritor, le diría que nadie le colocó una pistola en la frente para obligarle a escribir. Uno elige ponerse delante de ese folio, por más que sea una necesidad íntima. La vida es la que es dura, la que se pone borde, como decía El Nani en aquella película.

-“La palabra poeta me viene grande”. ¿Miedo, cordura o, quizá por demasiado lector, excesiva santificación del misterio poético?

Nunca he dicho eso. Lo que dije fue: “La palabra poeta es muy grande”. Y así lo creo. Pero claro que soy poeta, y novelista. Pero para simplificar, siempre digo escritor.

-Un poeta que no se queja. ¿Te salva ser, también, novelista? Alguien me dijo que los novelistas son más prosaicos. Sin embargo, los poetas, a falta de más pasta, luchan por la inmortalidad. Terrible.

No es que no me queje, es que no me gusta ser cansino y no culpo a nadie de mis decisiones. ¿Tú crees que Alfonso Canales se quejaba por escribir poesía? Es una ridiculez. Los escritores tenemos que estar mucho más en el mundo que en nosotros mismos. Olvídate del dinero, que está en otro lugar. Eso no forma parte del debate. ¿De verdad piensas que a Ian McEwan, cuando escribe Expiación, o a Leonardo Padura, cuando escribe El hombre que amaba a los perros, les importa el dinero? Ésa es una visión demasiado pequeña. La literatura ha de tener otras aspiraciones. Otro mundo.

-¿La aspiración de cambiar el mundo? ¿Qué valor dar hoy, en plena hambruna, a la palabra?

La misma de siempre. La de la esperanza junto al fuego. Esa fabulación que da el misterio en los acordes vivos. La capacidad para esperar. Y soñar. Luchar. Jugársela.

-Insisto en los premios. ¿No es una condena para un joven poeta saber que apenas hay vida más allá de los premios?

Es que no es verdad. Uno elige su vida, dentro de lo posible. Lo que pasa es que la prensa, con las páginas culturales cada vez más adelgazadas, ya sólo hace caso de los premios. Stefan Zweig nunca necesitó premios, ni tampoco el extraordinario escritor malagueño Andrés Reina.

-Tú eres articulista. ¿Asustado ante el hundimiento del periodismo cultural?

Más bien alerta. Aunque no suelo hacer columna cultural, sino de opinión, en la que entra lo cultural. Afortunadamente firmo en el Grupo Joly y en Diario Abierto, donde escribo de todo.

-¿Qué campo de batalla dejó aquella batalla de “la poesía de la diferencia contra la de la experiencia?” tan ferozmente librada, particularmente, en Córdoba? Por cierto: una contienda poética donde se habló de poder, mafias y apaños de premios. Todo muy poco lírico.

Nunca hubo tal guerra. Fue un invento de periodistas seguido por periodistas. La poesía estaba muy lejos de allí. Eran los mismos escribiendo lo mismo, con distinta fortuna. A mí siempre me gustaron mucho más los novísimos: Gimferrer, Carnero, Siles o Colinas.

-Efectivamente, “la poesía estaba muy lejos de allí...”. Acabamos. Estás metido en novela. ¿Dirías que tus novelas o relatos están a menudo presididos por perdedores exteriores o interiores?

Sí. Porque la vida es pérdida, interior o exterior. Siempre, para ganar hay que perder.

7 comentarios:

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  2. Magnífica entrevista, mi querido amigo. He visto que, a mitad de la misma, me has tendido una pequeña trampa de lectura comprensiva (como hacemos los docentes), para ver si de verdad leo tus posts completos. Ese Miguel Cobo que citas no debo ser yo, que tan solo pertenezco al grupo de maestros de escuela jubilados y cuyo mayor mérito lírico es el de formar parte de la breve antología "Anónimos" de Cosmopoética.

    Un abrazo, generoso amigo.

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  3. Querido Miguel: ¿te parece poco? Esa antología estaba verdaderamente bien. Además, la poesía está presente más allá del poema: también en tu estupendo Blog. Gracias por leerme, y un fortísimo abrazo!

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  4. Aunque copie las palabras de Miguel, me parece también una magnífica entrevista, donde nos das la oportunidad de conocerte un poco más, de volver a comprobar, con cada vez más certeza, que lo que somos siempre será fruto de nuestro recorrido, vivencias e influencias...y que no se si habrá alguien que se resista, tras leer este adelanto a modo de entrevista, a perderse en las páginas de "Las Ollerías", yo por supuesto que no! y espero que nadie lo haga!
    Felicidades por todo lo que has logrado y suerte para lo que lograrás.
    ¡Eres Grande!

    Un besote enorme, cuídate y disfruta mucho de esta semana de presentaciones y encuentros.

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  5. cada vez lo tienes más claro y lo explicas mejor. fuerte abrazo

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  6. La he leído con una larga sonrisa, colega. La lucidez que salva, los pies en la tierra; y el resto, pirotecnia :) Mucha suerte, muchas risas, muchos tragos para tu fiesta mañana en Libertad 8. Yo me quedaré aquí, en el verano austral pero amarillo de envidia :D Un fuerte abrazo, para ti y para todos tus compañeros

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